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Jaleo

Has pasado por mis tetas con tanta elegancia
que la despedida ha sido un robo de guante blanco.
No me queda abalorio pá adornar la pena,
como quien intenta integrar la sequía en medio del llanto.
Quieren que seamos inorgánicas a sus palabras
Y yo repito mis límites
como quien le reza al pecado sin mirarle a los ojos,
sin darse cuenta que tiene los tuyos.

Sabemos hacer la cama mejor que la guerra
y sin embargo eres jaleo en todas mis taras.

Me gustaría arrancarte el miedo
Y mecerlo al vacío pero
tu miedo y el mio tienen la misma víctima.
-Se parece a mi.-

No os hablare en lengua madre.
No resucitaré mis incógnitas
mal formuladas.
No por vosotros.
No debemos entrar ahí.
Cuestionar una vez más
si somos merecedoras de amor.

No basta el juramento de libertá
si no somos conscientes del espacio que ocupamos.
Si tu cuerpo no se responsabiliza del mio
tras invitarme a bailar con tu oscuridá
hallando la mía dentro.

Tu voz me asalta un punto de la herida principal.
El protocolo alerta del incidente
y nace un poema diagnóstico.

Siento tus dedos en el paladar

A veces necesito leerme.
Esconderme en mí.
Pincharme todos los miedos.
Volver al borrador y al fallo.
Hablar del declive en plena carrera.
Dejar de follar con el dolor
aprovechando que contigo lo hago mejor.

Por más que te expongo en proscenio lo que siento
parece no ser suficiente para romper la cuarta paré
entre mi monólogo y tu expectación.

Tal vez no recordar lo inmediato
tenga relación con la inmesidá
que ocupa el peso del pasado.

Es otra forma de morir.

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Subjuntivo.

La única certeza que nos queda:
No hablamos el mismo idioma.

Este poema podría esconder la guerra
Igual que desencadenarla.
Este poema podría hablarte de ausencias,
de mi cerebro en babia contra el cristal de tu recuerdo.
De la realidad pájaro chocando contra el cristal.

De las ganas de saltar.

Podría hablar de la lejanía desde la escribo,
del mar donde vivo.
Podría relatar todos los refranes
pá que no me quede tiempo de pronunciar tus consonantes.
Mucho menos de sentir tus vocales.

Este poema podría preguntarse en mi nombre,
firmar en mi ausencia
Y aun así no representarme.

Podría hablar del miedo si no temblara verso a verso.
Hablaría del dolor si no estuviera reparando tu recuerdo
Y no te enterarías de nada
porque no hablamos el mismo idioma.

Este poema podría desencadenar la guerra
Igual que esconderla.

Pondría el mundo patas arriba,
colgaría las armas,
quemaría banderas por el estandarte de tu boca
-Si supiese a ciencia incierta
que todas quedarían negras.-

Pero este poema
no tiene tiempo a otro llanto
a otra pena movediza.

Agosto ha vuelto a descongelar los espejos.
El prisma se ha roto
pá que yo me mire en una sola cara
Y no camine sobre la laguna un grado más.
Solo quién la habita la navega
Y yo jamás la sentí hogar.

Pero tengo gresca en el pecho.
la llorare en la mar
Pá no dejar rastro.
Pá salir de la arena.
Pá no esconder la pena.

Le meteré fuego a la oscuridá
Y veré luz en vez de escombros.
Me he reconocido ante al fuego;
Fui silencio necesario.
Fui todos los espacios.
Fui cierta y fui engaño.
Mi letra es sal, flujo y afluente.

Este poema catarata ha terminado de latir.

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Anómala

Transita
-tu olor-
las noches
pá no dejarme dormir.

Nació del mar
Por eso lleva la profundidá en el mirá,
espuma limpia en su caminá,
orilla nueva de manantiá.

Me despierto mojá.
sus ojos chiquitos
se parecen al rayo
-en el alba-
y mi piel sabe cuando esta observá.

Hay una caída franqueable a medio camino,
dos vértices que se elevan
Y bajas,
encuadrao en el eje de mi obligo.
Voy a redefinir la geometría
para contarle
lo bien que le sienta a sus mofletes
el horizonte de mi vientre,
Mis muslos como marco.

Su cadera se desliza entre las curvas
en gritos de mis puntos.
Me besa los caminos.
Me sacia las manos.
En su pecho encaja mi nariz,
flaquea en mi nuca.
Agua bendita de lluvia,
rompe la barrera diplomática
de mi barrio,
y quema el altar
antes de rezarle al polvo negro
de los restos
que nos devoran inefablemente.
En la elocuencia de su cuello
yace el desenlace de un suspiro,
que me ata el sentir a la calma
y mi lluvia no traba su cielo.
La franqueza de mi súplica
al borde de la sábana,
las ganas de enrearte en mi cama.
Inabordable.
Inasible como un gemío.
Ademán de caricia líquida.
Resiliente el calor.

Cambia de voz a la altura del pricipicio cero,
del comienzo del miedo.
Rozo la agonía para hacerme viruta,
para llegar a todos los lugares
que habitan sus colores.
Resopla sobre mi columna
creando el vendaval,
rompiendo sus olas infusas
contra el barranco de costillas sedientas.
Es suficiente,
una sola caricia confusa
para derrumbar en cadena las piezas de este dominó.
Sigo a la penumbra de sus manos,
a un paso de cambiar de caos,
de poblar su piel con mi saliva errante.

Me roba la sed pero no el hambre.
Me roba el hambre pero no la sed.
Nunca ambas a la vez.
Empapa cada recoveco,
busca la oscuridá y le pide bailar,
pero me crezco en cualquier sombra
Y el arco de su espalda
no tiene punto ciego.

Tal vez tenga la pregunta exacta,
el quejío arrebatao,
la cabeza tan cuadriculadá
que busco en la poesía
un desorden vertical,
un cáos verbal,
un vacío singular,
pero me enfrento a su boca
Y se rinden las alertas
porque parece que sabe el orden
en el que se cierran mis entrañas.

Me sala los oásis
pá llenarme las lagunas.

He releído sus rasgos
y cobrado las ganas
Solo queda claudicar.

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Catarata.

Se me ven los conflictos desde lejos.
Soy guerra abierta a merced de nuevos tratados.
De falsos aliados

Desde que no estás
ordeno tu nombre antes
de maldecir cuidadosamente
el espacio que no ocupas.
Que no descanso en tu pecho
pero río salvaje,
hasta sentir tu carcajada
sobre la sombra de tus pestañas,
donde se camufla el vuelo de un águila.

Hay una parte de mi que te echa de más.
La otra te arranca de menos.
Pero ninguna te quiere a estas alturas, cerca.
Pero en ninguna queda compasión.

En la totalidad de mi corrupta y pálida existencia
habita algo más que el eco de un viejo
pero áspero dolor.

En la totalidad de mi identidad vapuleada
aúlla el deseo de sobrevivir a mí misma.

Me pongo frívola a solas o en buena compañía
y verbalizo que el mayor cambio
ha sido dejar de comerme las uñas
y tener que aprender a tocarme de nuevo.

Sin embargo la frivolidad en mí
siempre fue transitoria.
Sin embargo
a veces pierdo el centro y acudo a ti
y entonces tropiezo
porque no engaño ni a mis adicciones

Saco a paseo mi oscuridad,
resurjo en el reclamo,
habito las expectativas,
incumplo mi cometido en cada deseo,
te pienso voluntariamente
Y tus manías acaban pillándome
desnuda constantemente.

Pero sigo sobreviviendo a mi misma,
deshabitando las expectativas,
recordándote involuntariamente
Y poniéndome las bragas.

Tu voz se escucha en lo mas profundo de mis bosques,
que no se riegan desde que no estás Amor.
Se me han secao las flores.

Pero también el veneno
Y
Estoy rezándole a la primavera
pá que sea sabia.

No reclames mi marcha,
pues
en el camino encontré silencio
y Pude pensarte en azul.

No rechistes mi marcha.
En el camino perdí los miedos,
solté las riendas,
y no me despedí
pues, este camino llega a ti,
pues, no te quiero aquí,
ahora,
porque te quiero,
siempre,
pero luego.

No reclames mi marcha.
Desde el camino no me duele quererte.

Aunque a veces me despiste y ponga dos tazas,
el resto de días
puedo disfrutar de saber cómo te gusta el café
y huir de todo lo demás.

Porque no es desde el fondo
desde donde yo te quiero.
No te cedería un espacio sin ventanas.
No te guardaría en un sitio tan pequeño,
si no quisiera que me desbordaras.

La poesía nace en la calle
y muere en los libros.
Pero vive en ti,
Amor.
Siempre en ti.
 

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De-canto.

Alza el vuelo
arrancando los párpados
con la violencia y la suavidad
de una prenda de lino.

El pájaro también está de acuerdo:
«Este veneno debe secarse al Sol»

Me canta por la mañana lo que ocurre fuera
con la esperanza de que me ponga en pie
antes de cualquier atardecer.
Mi respuesta es siempre la misma
«Solo me asomo para fumar «

Sus plumas de repente tienden a tormenta
y reconozco el color de mis ojos,
se desprende el rojo cálido del pecho
mientras jadeamos, ambas,
acercándonos al miedo de perder la luz.

Ya es de noche,
Vuelve a cantarme,
esta vez es blanca
como no pensando en nada.
como el descanso,
como la tranquilidad,
como la paz creciendo dentro
y cambiándome de color el pelo.

Lo intenta cada luna
como si cambiara el pesar en cada ciclo.

Es el mismo grito:
«Solo ha sido una pesadilla»

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Cuarto menguante.

I. Redoble

Estoy cansada de rociarme
de flores secas
que no tapan la verguenza,
de todo lo que no nace
pero yace de mi y no se
recolocar,
reordenar,
reestructurar.

II. Acciones

Cogió fuerzas en la quiebra total.
Mi huida fue razón de peso,
razón de todo para cambiar todo.
Pero mi presencia no fue razón pesada.
No fue razón de nada cambiar nada.
Cogió fuerzas de la quiebra total
Y salimos a bolsa el lunes equivocado.

III. Rebosar

A veces llorarte
es el momento mas tranquilo del día.
Ninguna emoción aguanta
la compostura
cuando tu recuerdo silva calle arriba
y ni siquiera sabes si te llama a ti
O que parte de ti llama.

Y me relaja no tener que soportar
todo este ruido.

IV. Escala décimas

Pero hoy he dormido en tu lado de la cama,
me he hundido en tus miedos,
he llovido en tu ausencia,
he vuelto a encontrarme
con el recuerdo de tus pies fríos
bajo el edredón
Y esta vez
no lo ha desmontado todo.
Pero tiembla.

V. Cinco versos de un tiro

La culpa, que ya no sabe hacia quien apuntar
me grita en busca de ayuda,
solo sabe que el origen esta en mi,
y mientras pregunta apunta.

Deja que le meta candela y rabia

VI. Viste el hábito

Siempre se me dio mal sentir el adiós.
Me despido cada anochecer.
Me arrepiento al alba.
Mi despedida es cíclica.

-un mal hábito-

VII. El duelo

El final de cada verso
es el precipicio
donde vuelcas
el silencio
que arrastras.

Por eso no es lo que escribo lo que importa,
si no lo que no relleno.

Cuarto creciente.

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Irreverente

Entonces supe
que el dolor
hacia tiempo que se había despedido
de mi
y eran mis manos
y la tinta
quienes no podían decir adiós
aferradas a la única identidad
que habían conocido:
el miedo.

Me hubiera gustado llegar a ti
con las heridas cerradas.
Saltarnos el protocolo,
el escenario
Y follar directamente en el camerino.

Me hubiera gustado que mi pesar
te quisiera menos,
que la luz del foco
no apuntara a la debilidad
cuando hablo de amor.
Me hubiera gustado quererte mejor
O quererte sin cualidad, ni cantidad.
Me hubiera gustado amarte
de la manera en la que aun no se amar.

Me gustaría no olvidar como se sienten tus sentidos,
tu caminar,
la huida,
el despido.

Aun tengo tu mueca en la palma de mi mano,
dos palabras acogidas en la nuca,
que hacen que todo tiemble
Y una baraja de inseguridades para sortear
todos los días
¿Cuál tocará hoy?

Me hubiera gustado no errar con tanto ímpetu,
no arremeter contra ti con mis malos hábitos,
no anclar mis complejos a tu voz,
Me hubiera gustado no perdonar el pasado
en un presente fracturado.
Que el amor no cambiara de perfil
Olvidar
los «llego tarde,
lo siento, no más
»

Me hubiera gustado entendernos más
y callar menos.
Saber explicarme
y no tener que hacerlo en demasía
Me hubiera gustado no sentirme culpa,
pecado y cuatro vueltas de rosario.

Pero lo que de verdad me hubiera gustado
es que no llegaras a mi
estando yo tan desecha por una boca
a la que no pertenecías.
Y ahora
He llorado tanto la mentira,
que la verdad me sabe a poco
para agitarme el alma.

Lo que de verdad me hubiera gustado
es no llegar tan tarde a todo.
Echarnos encima del tiempo
por cambiar un poco el orden
de lo que debe ser.
Y mirar al nosotros desde abajo,
donde nací
para ver sin espejos de teorías
el pronombre al que jamás pertenecí.

Es relevante rebelarse

Aunque intente escribir sin género
no consigo amar sin él.
Así de irreverente es mi analogía.

Me hubiera gustado sentirnos más nosotras
y menos nosotros,
pero me tope con el amor
intentando sobrevivir
a la guerra de dos cuerpos
que queriendo tocarse
arañaban el sofoco del dolor.

No te mereces un poema,
por eso te escribo.
No te mereces solo un poema.

Aunque la rabia atraque
en esta bahía desengañada.
Aunque el vidrio refleje
el punto ciego del fracaso,
te escribo,
desde el no estar,
el no sentir,
el no ser,
desde la distancia que se traduce en tiempo
y no en espacio,
porque si hablamos de lo que ocupamos
sigues habitándome
con la duda aun afligida por la culpa

La palabra suficiente
siempre tuvo un sujeto iluso y pasivo.
Un sujeto omitido que sin necesidad
de ser pronunciado crece en la meta
y no me quiso allí con ella.

No fuimos suficiente
para un nosotras.

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Pura burocracia, Señoría.

 

Si yo fuere tiempo de hogueras o soledad,
si fuera zarza enraizá,
si fuese fuera de este cuerpo,
sería posible.
 
Fui escombro y escarcha,
soy recuerdo con sentido,
soy fachada recién pintada,
era fin sentenciado y comienzo enjaulao.
                                Hubiera sido tanto,
que el habría hubiese perdío la cordura
                                O sin más
sería cuerpo despojao de integridá.
                                Pero no.
No soy marca, señal o incidencia nocturna,
no estaré marcá.
No soy víctima indefensa.
No fui culpa,
                               ni perdón
Ni arrepentimiento,
                              aunque si miedo.
Tampoco fue mi falda
O un deseo irrefrenable.
Mucho menos un enfermo,
                              Pero
no soy remordimiento,
ni lo hubiera
                              ni lo hubiese sio.
Por ello el castigo asignado
siempre me quedo grande.
No soy conjugación temporal de titular
y mi carne no será
parte del humo cómplice
                             de esta quema.
El castigo os sigue quedando poco original
para enfrentaros a mi rabia.
 
Soy tan libre que no me echo cuenta
                             ni a mí
Fitetú, pá echarte cuenta
                             a ti cielo.
 
Y de repente me encuentro manchá
luchando por no estar marcá,
llena de sangre, con un cadáver
entre las piernas
y un enjambre de corbatas gritando;
 «Debe llorar sin parecer víctima
  Debe ser fuerte pero no feliz.
  Que se calle.
  El discurso lo damos nosotros.
  Que si no queda fatal.
  Que hable cuando se le pide.
  Que calle cuando se le mire.
  Que no grite, que no me emocione.
  Que no sea vea la rabia en su cara.
  Lo único que debe escaparse
  en este interrogatorio es la culpa.
  Que no se note la alegría de estar viva.
  Que pasaremos del juzgado de lo penal
  al de lo público
  Y eso niña es una faena.
  Pide perdón.
  No era tu intención.
  Escribe remordimiento en la sala del estrado
  con tus propias uñas 1500 veces.
  Llora,
  llora de la ostia
  y sin disimular pero solo cuando escuches
  -intento de violación-
  No vayas a hacerte la victima
  antes de que ellos te victimicen,
  eso también queda fatal.
  Tu siempre detrás.
  Asiente, cariño, asiente.
  Tu siempre por detrás.
  Vive a partir de ahora
  en el paradigma estático del trauma.»
Yo solo pienso
que fue un error gramatical,
                                  Señoría.
Su mirada escribió en el aire
                                 «violación o muerte»
Yo escuche
                                 «o muero yo o mueres tú»
Y claro,
El conflicto apareció
cuando eramos dos en aquel contrato
y el no temió por su vida
                                   o por su muerte.
Se le olvidó escribir el nombre del fallecido.
Pura burocracia, Señoría.
Lo prometo.
Es una fallo gramatical.
Como el de usted ahora mismo,
que juzga si hubo consentimiento
                                     o violación.
En vez de deseo
                                     o violación.
Puros tecnicismos Señoría,
Y a usted le jode igual que a mí.
Terminemos rápido,
no le engaño.
En la cola de la vergüenza a mí
me pillaron colándome
y me echaron a la última.
Y este es el resultado.
Era, fui, soy
y sobre todo seré
Así que me declaro
              culpable de supervivencia
              Me declaro como rumbeo y sábado noche
              Y declaro así vestía,
              para que usted no se confunda,
              que esta noche me relío y no paso por casa.
              Y si fuera el día en el que no llego,
              ya saben como iba.
              Por si quieren jugar a juzgar,
              o simplemente reconocer mi cuerpo,
              que ya sin vida seguirá siendo futura revolución inminente.
Pero como decía
todo esto es pura burocracia
Y hoy, es
-en todas sus formas verbales-
tiempo de hogueras.

 

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La vida se escapa de la verdad

y mi poesía no es la verdad de nadie.

Siniestro tiempo

que deambula

y baila

entre los defectos,

manchándonos los de dedos,

con el arte entre el duelo y el consuelo.

Me exhalo y me enervo

esperando en el fondo

de lo eterno,

sin ser verdad, ni poesía.

Aunque escape a la muerte

y la mentira.

Ay cariño,

y tu,

y yo perdiendo el tiempo.

Rozándonos como perros,

sin más, ni menos.

Siendo,

en un sigilo impenetrable,

etéreo.

Y es que mi poesía repito,

no es la verdad de nadie

-más allá de estos huesos-

Sin embargo,
mi fábrica es la chispa

incriptada en los matices,

que destruye desde dentro toda humedad que frene el incendio.

Acabé naciendo

pleno invierno para apaciguar

el agosto que llevo dentro,

Y Tardo casi mil parpadeos

en descubrir lo que se esconde

tras esta fractura,
que me acaricia de oeste a fin.

Que incoherencia la nuestra
de marchitarnos antes de florecer,
de no descansar bajo la copa

del olivar
-huérfano de cultura viva-
Calarnos hasta las raíces
y ver el desorden de nuestras ramas.

Estamos esperando el culmen que llega y no sacia,
desnaturalizando su definición.

Al fin y al cabo,

En las direcciones opuestas

también hay un punto de encuentro.

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Mala lengua.

Me vacila la intención cuando intento escabullirme del tiempo
que me agarra con arnés de acero prejuicioso,
de listón inalcanzable,
de ilusión virtual,
de virus incandescente.

Quedo insatisfecha tras cada pregunta.
Son un caño de agua hirviendo bajando a toda ostia
por el tobogán de la indiferencia
y yo solo pienso
que buen polvo y que mala lengua.

Mientras, gesto el naufragio del odio perdiendo
la idea en el transcurso de escribirla.
Soy de orilla sur,
de sangre al sol,
de marea alta y calma baja.
Soy del despiste por el que acabe escribiendo.
Soy de un “joia dale caña que no llegamo”

Soy de estigma y cliché.
De viuda de guerra.
De viuda negra, que esas si que fueron libres.

Soy de tierra marchita intentando resurgir
bajo el canto del águila
sobre el grito de las ideas muertas.

Entre la impunidad y la desidia.

Soy de no pertenecerme ni ami
Perteneciendo así al conjunto que me compone,
porque de componer, de eso si que soy.

Aunque el compuesto sea inverosímil.